El encuentro de cooperación internacional “Creando Redes”, celebrado los días 22, 23 y 24 de febrero en la Universidad de Sevilla, ofreció una interesante visión de los retos actuales de la cooperación al desarrollo.
Ponentes de diversas especialidades nos informaron sobre el panorama general de la ayuda al desarrollo, sobre ejemplos de actuación y aspectos y dificultades concretos de la actualidad, siendo la idea principal la creación de redes para mejorar la cooperación.
En base a las aportaciones de muy diversos profesionales, pudimos hacernos una idea más precisa de las alternativas y de la multitud de proyectos que se llevan desde el ámbito sevillano y español.
Finalmente, gracias a unas intervenciones muy críticas de parte de expertos que conocen de primera mano el funcionamiento del sistema de ayuda oficial al desarrollo, se desarrolló una animada discusión, poniendo en duda la corrección de las políticas emprendidas por las instancias estatales, las organizaciones del sistema de Naciones Unidas, y las grandes ONGs.
De este modo, el encuentro nos brindó la oportunidad de conocer los sólidos esfuerzos que se están emprendiendo, pero nos recordó también la necesidad de cambios para poder avanzar hacia una mayor efectividad de la ayuda.
Juan Ramón Troncoso, Secretario General de FAMSI, Joaquín Rivas, Director de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional al Desarrollo, y Cristina Galán Cabezón, delegada de Cooperación al Desarrollo del Ayuntamiento de Sevilla, inauguraron el evento planteando una visión crítica de la cooperación al desarrollo.
En el actual contexto de crisis, dominado por la globalización de los capitales financieros, el incremento de trabas a la movilidad global de las personas, y las amenazas del hambre, de la falta de agua potable y de la mortalidad infantil, no parece que nos hayamos acercado significativamente a los Objetivos del Milenio fijados porla AG de la ONU. El rol central de los receptores, reconocido desdela Declaraciónde Paris, así como el cambio adoptado formalmente hacia un mayor enfoque sobre el fortalecimiento institucional y la eficiencia de la ayuda, todavía no se ha transpuesto efectivamente a la práctica.
El Encuentro se presentó desde sus organizadores con el convencimiento de que, ante todos esos pequeños y grandes retos del desarrollo, el método de creación de redes, eje central del encuentro, parece la solución más natural e idónea. La información, derecho de toda persona reconocido enla DUDH, puede ser un arma poderosa si la usamos para unirnos e organizarnos de personas a personas. Así, una red de tejido fuerte es imprescindible para asegurar una cooperación efectiva entre instituciones.
En este orden de ideas, empezamos la serie de conferencias escuchando a representantes de ONGs e instituciones así como profesionales independientes con experiencia en el trabajo de cooperación al desarrollo, que nos ilustraron sus experiencias.
La experiencia más sorprendente y animada de las jornadas fue sin duda la sesión de musicoterapia.
Concluimos el día con una conferencia sobre la globalización financiera, sin duda un aspecto que incide decisivamente en el trabajo de los profesionales del desarrollo.
El encuentro concluyó con una mesa redonda, con aportaciones interesantísimas y muy críticas que ilustraron los principales motivos de fracaso de la práctica de las ayudas públicas al desarrollo.
Desde los planes de cooperación nacionales y del sistema dela ONU, hasta ONGs, empresas encargadas de la ejecución, y sociedad civil, ningún sujeto del sistema de cooperación se salvó de la crítica:
Los grandes promotores oficiales efectúan la elección de las ubicaciones de futuros proyectos en base a motivos puramente políticos, incurren en una descoordinación total de los planes nacionales entre sí, y esconden subvenciones indirectas a las propias empresas nacionales tras el nombre de “ayuda al desarrollo” utilizando la técnica de las donaciones reembolsables y ligadas.
En la ejecución de los proyectos, faltan infraestructuras básicas para asegurar un mantenimiento posterior a la fase de implantación, y se prescinde aún de la participación de la población destinataria así como de medidas centradas en la creación de marco institucional y de seguridad jurídica que asegure que las ayudas vayan a resultar.
La conciencia cobrada de la importancia de evaluar los proyectos ha desembocado únicamente en la realización de costosos informes técnicos, que nada aportan a la eficacia de la ayuda, y al contrario incluso desvían más fondos públicos de los destinatarios aplicándolos a los sueldos de funcionarios especializados.
En demasiados casos, la propia planificación de los proyectos se encomienda a operadores privados, que buscan su propio beneficio en vez de la efectiva mejora de la situación de los destinatarios. Incluso las ONGs, creadas con fines ideológicos, se han ido convirtiendo en un sector productivo, que gira en torno al automantenimiento más que de objetivos de desarrollo. Cada vez más, organizaciones intergubernamentales de desarrollo y ONGs se están burocratizando, desviando de este modo importantes fondos de los destinatarios.
Pero no sólo fallan los grandes proyectos de ayuda al desarrollo – debemos empezar a ser críticos con nosotros mismos y nuestra conciencia social personal. El acceso a información instantánea casi ilimitada implica el riesgo de una actitud de soberbia de personas supuestamente solidarias y omniscientes. Sometidos a la manipulación de los medios de comunicación, nos atrevemos a emitir juicios de valor sobre todo tipo de situaciones sin percatarnos de que nuestra visión es tremendamente selectiva y limitada.
El sistema actual debe reformarse y evolucionar, hacia una mayor transparencia, y un serio compromiso con una ayuda eficaz en vez de un gasto público que calma la mala consciencia, pero que no ofrece resultados. Dicho mayor compromiso solo pude lograrse si es exigido por un movimiento social civil fuerte, que se rebela contra el despilfarro de dinero público en aras de un “falso compromiso social”.
Se debería traducir en una selección de destinos según criterios de efectiva necesidad, una mayor responsabilidad dela Administraciónen la ejecución de los proyectos, y una puesta en práctica más profesional. Una alternativa viable a día de hoy, son las pequeñas ONGs que basan todos sus proyectos en el contacto directo con los receptores e invierten en la formación e implicación de los destinatarios en vez de contar con costosos consultores externos. Un buen ejemplo del funcionamiento de redes de “co-desarrollo” es el grupo de escritores por la tierra dela ONG “Mare Terra Mediterránea”, que transfunde artículos de escritores testigos de violaciones de DDHH o de situaciones humanitarias terribles, los cuales no tienen la posibilidad de publicar información critica al respecto en sus países. También el trabajo de la ONG “Todos Son Inocentes” demuestra que no todos los esfuerzos son en balde. Entre otros proyectos,la ONG ha implantado una plataforma de cooperación y desarrollo en Lungi, Sierra Leone, donde trabajan en favor de la liberación y reintegración social de los niños soldados. Sus becas permiten a algunos de ellos de cursar estudios en Almería para adquirir conocimientos específicos y poder volver a su país para trabajar en la reconstrucción de éste. El relato de las historias personales de estos niños – sobre todo la intervención en persona de una ex-soldada, Mariama Finda Ngegba – fue impactante. En reacción a las ponencias, se desarrolló una viva discusión, en la que hubo quienes salieron en defensa del sistema estatal e internacional actual, y por otra parte quienes consideraron que la ayuda oficial al desarrollo debe reformarse por completo. La impresión general con la que nos quedamos los participantes es que a pesar de los esfuerzos efectuados, no avanzaremos en el objetivo del desarrollo sin un cambio de concepción. Sin éste, seguiremos gastando millones en medidas ineficaces y que más que ayudar empeoran la situación de los más necesitados en el mundo.
Amelie, Voluntaria de la Asociación Internacional de Juristas Inter Iuris
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